miércoles, octubre 05, 2011

Thanks Mr. Jobs

La primera vez que me "enfrenté" a una Mac no concebí lo que tenía "enfrente". Fue impactante ver en pantalla una fotografía en color que apenas minutos antes había estado en mis manos... en papel. Era 1995, la palabra escáner no inspiraba nada, tampoco sabía de la existencia de Steve Jobs ni lo que poco a poco estaba creando.

La Mac en cuestión era un modelo llamado LC/Performa 400 con una atractiva manzanita multicolor al frente. Ese equipo me resultaba amigable, a pesar de que para usar aquella vieja aplicación llamada QuarkXpress se tenían que reiniciar el equipo para cambiar de idioma y usarlas en español.

El guitarrazo inconfundible del arranque me recordaba un poco el final de A Day in the Life de Los Beatles, después me enteré que el guitarrazo no era tal, que todo tenía efectivamente un tufo beatle, pero que no era el final de la pieza de Lennon, sino que una creación de uno de los ingenieros de Apple llamado Jim Reekes.

Años más tarde lo mío ya era la Mac, con floppy, con zip, con ethernet, con algo llamado USB, blancas o beiges y de una sóla pieza (era simpático que las personas preguntaran por el CPU, cuando todo ya estaba integrado).

Con una Power PC entré de lleno a internet y descubrí los enormes alcances de esta herramienta, entre ellos, la facilidad de encontrar información sobre el creador de esas maravillas, un tal Steve Jobs que había creado la empresa Apple en un garage, que había fracasado en sus intentos empresariales incluso para abandonar su creación y que incluso fundó una empresa llamada Pixar.

Steve Jobs ya había hecho parte de la chamba y tenía a los usuarios frente a equipos con ambientes gráficos amigables, en colores, usando un ratón, trabajando en computadoras con diseño no tan ordinario y con un precio inaccesible (quizás el único inconveniente).

Para 1998, tuve la oportunidad de tener una iMac en mis manos. Al verla, la lógica me hizo pensar que algo estaba mal, Jobs había regresado a Apple para reinventar sus productos y darle a los usuarios una caja mitad huevo mitad pantalla, todo en uno y para acabarla... verde.

La ovoide iMac me pareció frágil, con un ratón horroroso en forma de piedra de río y la imposibilidad de trasladar mis archivos en un floppy o zip me hacían tenerle desconfianza. Sin embargo, conectada a la red de internet se volvió un monstruo revolucionario.

En ese momento, su creador, Steve Jobs, había dado un acelerón a fondo para llegar al futuro. Nada fue igual.

Después, vinieron en cascada las nuevas iMac, el genial atino de darles colores a las carcasas y formas extrañas (en forma de cubo, lámparas o como páneles sacados de Star Wars), de darles mucha más velocidad, de ponerlas en un pedestal inaccesible para los virus y en seguir siendo equipo simpático que volvía a sus usuarios un tipo de secta llena de cómplices que podían jactarse de tener algo único, aunque una oficina estuviera llena de Macs.

Y luego, Jobs se volvió un Dios, con el mismo arrastre de un rockstar, como Los Beatles, Pelé, la Madre Teresa de Calcuta o el mismo Harry Potter. Había razones, el californiano había puesto en nuestras manos no sólo esas computadoras sino el iPod y se había inventado un concepto que tenía nuestra vida en una mano, con nuestras imágenes, nuestro soundtrack vital y los clips de de nuestra vida.

Y el poder de la nueva generación de G3, G4, G5, etc y un ejército de felinos comenzó a rasguñar hogares, oficinas y escuelas por todo el mundo entre jaguares, leopardos, panteras, tigres, leones que ronroneaban como sistemas operativos dentro de cada Mac. Disfruté la eMac con toda su blancura.

Bastó a Jobs ponerle un teléfono al aparatito y más de un millón de aplicaciones para volver loco a un sector del mundo. Hizo de sus dispositivos una necesidad tan apremiante como la electricidad, como el agua, su marca asimiló humanos hipnoptizados por magia, porque sólo así se puede llamar a algunas maravillas que permite un gadget como el iPhone y el iPad.

La pérdida de Steve Jobs es de esas que dejan a millones en la orfandad. Su muerte previsible ocurrió mientras apenas terminaban de cargar energía los primeros iPhone 4S presentado un día antes del deceso. Apple, con toda la tecnología y el poder creativo heredado de Jobs no será lo mismo, el mismo mundo de la tecnología perdió un chip vital.

Sólo quedar dar las gracias en silencio al genio de Jobs, publicar este post desde una Mac y twittearlo desde un iPhone.

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